Después de años dando tumbos,
tropezando con una piedra tras otra,
parado cada día bajo los cúmulos,
calado por sus trombas de duda,
vi como el brillo de gotas de lluvia
invadía a afortunados inesperados.
Así llegaste tú, te divisé
cayendo desde el cielo.
Una mirada,
un segundo bastó,
para que mis ojos
se empapasen de ti.
Tu mirada,
con vidrieras de plata,
y tu pelo,
con fuertes ondas de cuero.
El solo hecho de ver tu cara,
encendió en mi interior
las llamas de un intenso fuego.
A partir de entonces,
vos ya sabéis, un sin fin de
historias cruzadas,
caminos compartidos,
cómplices miradas,
que no deben ser traducidos,
conjuras británicas
y frutos prohibidos.
El descubrimiento del año,
que transformó mi vida,
y vino a poner en orden
mi desorden.
Y así espero que siga
siendo, por mucho tiempo.
¡Felicidades!
Te quiero.
I.A.

No hay comentarios:
Publicar un comentario