Historias de fe, esfuerzo, perseverancia,
de luchar contra lo impensable,
contra un imposible cada día,
pero está, lo mas probable,
es que realmente lo reúna todo.
Tu historia...
es paz, pero también es guerra,
es agua, pero también es tierra,
es dolor, pero también es vida...
Marzo de 1935...
Santa Clara observa atónita
a Ondarreta y la Concha,
Igueldo y Urgul certifican,
que este paisaje,
es la envidia del mundo entero,
y es ahí que tu naces,
a los pies de una gran guerra.
Como los peces de la ría,
tu vida no se antojaba sencilla,
cubierto por las dificultades,
en una época dramáticamente convulsa,
una falta existencial durante años,
demasiadas mudanzas forzadas,
sufriendo hambre y penurias,
que solo un loco,
invitaría a verlas superadas,
pero tú lo hiciste...
De entre todos los males,
renaciste cual ave fénix,
y demostraste sobradamente,
que lo imposible es posible,
sin atender a obstáculos,
soñando con el corazón
y con la mente derrotándolos.
Pasabas los días devorando libros,
con el apetito de Don Quijote,
buceando las profundidades del Cantábrico,
con el tesón de El Cano,
hasta que te convertiste,
en el campeón de la Concha,
aquel capaz de todo,
teniendo apenas nada.
Aquel capaz de hacer el petate,
de encargar el archivo de una Orla,
de despegar junto a los humos de la fábrica,
y poco después,
de dejar el mar, su bahía, su patria chica,
para comerse el mundo,
en el salón capital,
junto a los más grandes.
Seguir tus pasos,
es una tarea ardua campeón,
pero no cesare en mi empeño,
ya que no existen fuegos,
que apaguen la llama de mis recuerdos,
para considerarte uno de los ejemplos,
siempre más vivos,
de cómo luchar contra esta desgraciada,
a la que llaman vida,
por eso estarás eternamente conmigo.
Te quiero Abuelo.
I. A.